Diferentes estudios analizan cómo el uso de aplicaciones para la selección de parejas sexuales afecta a nuestra salud mental. La ciberpsicología de la tecnología y comportamiento sexual implica comprender qué cambios causa el medio online en la salud mental, y cómo atender nuevas problemáticas. Antonio Olivera, participante en el I Congreso Iberoamericano de Ciberpsicología presenta un avance de su trabajo.
Ciberpsicología y tinder
La forma en que las personas establecen contacto con posibles parejas ha cambiado debido al creciente uso de citas online. Con un estimado de 50 millones de usuarios en más de 190 países, 10 millones de usuarios activos diarios y más de 30 mil millones de “matchs” hasta la fecha, Tinder se ha convertido en una de las aplicaciones de citas móviles más populares del mundo (Tinder press, 2019). Tinder funciona como un intermediario virtual que facilita los encuentros «cara a cara» entre sus usuarios (típicamente extraños entre sí), los cuales evalúan, por lo general, rápidamente las fotos de perfil que los otros usuarios utilizan para presentarse/promocionarse, como si se tratara de un gran catálogo virtual de citas.
Este hecho no ha pasado desapercibido para la psicología. Ciertamente, el hecho de que una gran cantidad de posibles parejas (ya sea ocasionales o estables) puedan iniciar el contacto a través de Tinder justifica la necesidad de investigar los factores psicológicos que subyacen a las decisiones de “swiping” (to “swip” or “not to swip”?).
En este sentido, la investigación en percepción social, y en concreto, el estudio de la percepción facial y su tendencia (muchas veces automática) a facilitar juicios sociales en un contexto social ambiguo (como es el caso de las primeras impresiones basadas en poca información), resulta una perspectiva de sumo interés para abordar la conducta en Tinder.
En la misma línea, aunque se asume ampliamente que las primeras impresiones son importantes (“Ese taxista tiene cara de…mejor no me subo”, “su cara no me inspira confianza”, “tiene cara de degenerado, debe ser culpable”, etc.), creo que el estudiar cómo funcionan estas evaluaciones en la era de las redes sociales requiere de mayor atención, especialmente si consideramos cuán fácilmente se forman las primeras impresiones y cuán inexactas pueden llegar a ser.
Trastornos de ansiedad
Por ejemplo, ¿la percepción de que “algo está mal” en el rostro de una persona funciona como una señal automática de que “algo está mal” con la moralidad de dicha persona? Ciertamente, el hecho de que los encuentros “offline” ocurran muchas veces en un contexto íntimo (romántico y / o sexual) en un contexto de ambigüedad social (realmente los usuarios saben poco, si es que saben algo, sobre con quién están saliendo), justifica el funcionamiento de ciertos mecanismos psicológicos de “alarma” social.
En este sentido, tanto una perspectiva evolucionista, como el estado del arte en percepción social, me sugieren plausible que las primeras impresiones extraídas de los rostros desconocidos estén fuertemente vinculadas no solo con juicios de atractivo físico, sino también con juicios de carácter moral y deseabilidad social. Es tarea de la investigación empírica aportar nuevas luces en este nuevo ámbito.
El estudio de la ciberpsicología de la tecnología y comportamiento sexual, ante el auge del uso de aplicaciones para el relacionamiento humano básico, deviene un tema de importancia y del cual el Dr. Antonio Olivera presenta una formación aplicada.